Cuando hablamos de piratas y piratería nos imaginamos el siglo XVI, en el que vivieron famosos corsarios, como Francis Drake.
Pero la piratería ya existía en la antigüedad. En el siglo V antes de Cristo, en el Golfo Pérsico ya había piratas. Esta actividad afectaba al mar Mediterráneo y al mar de la China.
¡Y va el capitán pirata,
cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,
y allá a su frente Estambul!
José Espronceda
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Piratería en la Grecia clásica
Los mitos griegos también nos hablan de piratas. Jasón guió a los Argonautas en busca del Vellocino de oro, en lo que sin duda se podría definir como actos de piratería. Ulises también utilizó la piratería tal como narra Homero en la Odisea.
La piratería se define como un saqueo marítimo organizado. Por lo tanto es necesaria una embarcación, que se utiliza para atacar a otros navíos a fin de robar su carga, exigir rescate por el pasaje, apoderarse del barco y también convertir en esclavos a sus tripulantes.
Policrates de Samos fue uno de los más famosos piratas griegos. En el siglo VI llegó a comandar más de 100 buques.
Roma se enfrenta a los piratas del Mediterráneo
Roma tuvo que lidiar con los piratas del Mediterráneo, que impedían el comercio. Estos piratas eran esclavistas y buscaban la captura de personas para ser vendidas como esclavos, además de otros tesoros, como piedras preciosas, telas, sal y otras mercancías.
Julio César, en su juventud, llegó a caer prisionero de los pirátas cilicios en el año 75 antes de Cristo. Llegó a estar 38 días prisionero antes de que se pagara el rescate y fuese liberado. Cuando recobró la libertad organizó una expedición con su propio dinero, en la que capturó y crucificó a todos sus captores.
En la Alta Edad Media, los vikingos tomaron el relevo en el top de la piratería, y en la Baja Edad Media los árabes tomaron el relevo.
El descubrimiento de América
Tras el descubrimiento de Amércia por Cristobal Colón en 1492, las inmensas riquezas halladas en el Nuevo Mundo comenzaron a ser transportadas en barcos hacia España.
Una bula papal bendijo el Tratado de Tordesillas, por el que las nuevas tierras fueron repartidas entre España y Portugal, excluyendo a Inglaterra, Francia y los Países Bajos.
Los corsarios berberiscos
En el siglo XIV los corsarios turcos y berberiscos hacían numerosas incursiones contra naves y costas europeas. Para ellos, la piratería a los barcos cristianos era considerada como Guerra Santa. Los navíos berberiscos solían ser galeras de remos, manejados por esclavos no musulmanes.
En la actualidad, la costa mediterránea española presenta antiguas torres de vigilancia, en la que cada torre ve a sus dos adyacentes, y que se construyeron con fin defensivo. Esto dio origen a la frase «No hay moros en la costa«.
El siglo XVII fue el de mayor auge de la piratería berberisca. Estos corsarios llegaron en sus ataques hasta Galicia, e incluso a Islandia. En el siglo XVIII se mantuvo esta práctica por la disminución del dominio marítimo español, y no remitirían hasta comienzos del siglo XIX.
Los corsarios franceses
La Casa de Contratación, con sede en Sevilla, tenía la exclusiva del comercio con las colonias de América.
En 1521 el pirata francés Juan Florin logró capturar el Tesoro de Moctezuma, abriendo la caja de Pandora de los asaltos y abordajes en busca de grandes tesoros.
Los españoles construyeron galeones más armados que los barcos corsarios, para poder repeler sus ataques.
Los corsarios ingleses
Los reyes de Inglaterra y Francia tenían institucionalizada la figura del corsario. Otorgaban a los corsarios licencia para robar y saquear con la autorización del rey, lo que se llamaba «patente de corso», que convertía en negocio legítimo la actividad pirata en tiempo de guerra.
Los corsarios eran héroes para los ingleses, mientras que para los españoles eran simplemente piratas o mercenarios sin escrúpulos.
Los piratas del Caribe
Los barcos españoles cruzaban el Atlántico haciendo escala en Cuba o en La Española (actualmente Haití y República Dominicana).
Los piratas atacaban estos navíos para robar los cargamentos de oro que se transportaban hacia Sevilla, utilizando las numerosas islas caribeñas para refugiarse.
El Caribe se convirtió en el foco de la piratería mundial en el siglo XVII, donde los corsarios actuaban amparados por Inglaterra, Francia y Holanda.
Los bucaneros
Si los corsarios actuaban por cuenta de monarcas, también aparecieron otros piratas que actuaban por su cuenta, a los que se denominaron bucaneros.
Entre ellos están Henry Morgan de Gales, El Olonés y Michel de Grammont de Francia, y Leoncillo de Holanda.
El fin de los piratas del Caribe
Con el aumento de población en las colonias, también fueron aumentando las defensas y guarniciones. A finales del siglo XVI los principales piratas habían sido prisioneros o habían muerto.